Debido a mi dilatada experiencia como Ingeniero y Consultor he tenido la oportunidad de trabajar para todo tipo de empresas, unas más grandes y otras más pequeñas, que, además, han estado localizadas en distintos puntos de la geografía española, estando unas veces localizadas en zonas industrializadas, normalmente empresas medianas y grandes, y otras (más de las que os pensáis) en zonas denominadas de “ámbito rural”, donde suelo encontrarme con pymes que, al contrario de lo que pueda parecer, tienen grandes márgenes de mejora en lo que se refiere a la Eficiencia Operativa. Un buen ejemplo de todo ello sería la aplicación de la metodología Seis Sigma (6σ) a estas pymes ubicadas en el ámbito rural.
Pero para poder explicaros todo esto lo primero que necesito es explicaros ¿qué es la metodología Seis Sigma? Pues bien, la podríamos definir como una herramienta de gestión de calidad que se utiliza para mejorar la eficiencia y reducir los errores en los procesos de producción. En esencia, se trata de un proceso estructurado que se utiliza para mejorar la calidad de los procesos de producción que se basa en la recopilación y análisis de datos para identificar los problemas y las oportunidades de mejora en los mismos. Aunque esta metodología se ha utilizado, principalmente, en grandes empresas también puede ser aplicada en las pymes, incluidas aquellas que se ubican en el ámbito rural. A continuación, os presentaré tres ejemplos de soluciones concretas que demuestran cómo se aplica la metodología Seis Sigma a las pymes ubicadas en el ámbito rural:
Reducción de los tiempos de espera en la atención al cliente:
Una pyme, independientemente de su ubicación, a menudo se encuentra con el problema de que el tiempo de espera de sus clientes es mayor del esperado (tanto por la propia pyme como por los clientes). Este problema, además, se ve acentuado cuando hablamos de pymes ubicadas en el ámbito rural (deslocalizadas), pues puede darse el caso de que una mala logística, comunicación o tecnología impida dar un servicio de atención al cliente tan eficiente como el de una empresa de la competencia que se encuentre ubicada en un núcleo urbano, haciéndola en consecuencia menos competitiva. Para este ejemplo vamos a suponer nuestro cliente es una empresa familiar de mensajería que está recibiendo muchas reclamaciones de sus clientes en relación a lo que tardan en recibir sus paquetes. Para solucionar este problema, y siguiendo la metodología Seis Sigma, se podría seguir el siguiente proceso:
- Definir el problema: Los clientes esperan demasiado tiempo para recibir sus paquetes, lo que les genera insatisfacción por el servicio que les prestamos y esto nos está generando una publicidad, por el boca a boca y en redes sociales, muy negativa.
- Medir: Se mide el tiempo medio que nuestro cliente tarda en recibir su paquete y se compara con el tiempo medio de entrega de que tiene nuestra competencia.
- Analizar: Utilizando los datos obtenidos, se determina en qué punto de nuestra cadena de distribución se encuentra el problema que genera el aumento en los tiempos de entrega de los que se quejan nuestros clientes.
- Mejorar: Implementamos las soluciones concretas que nos permitan reducir los tiempos de entrega a nuestros clientes, tales como mejorar la planificación (previsión de la demanda), nuestra red de distribución u optimizar las rutas de reparto.
- Controlar: Hacemos un seguimiento de los tiempos de entrega de los siguientes pedidos que realicemos, una vez implantadas las mejoras, para asegurarnos de obtener el resultado esperado, obteniendo una mejora en el tiempo de respuesta de un 20% sobre el principal competidor sin incremento de costes.
Reducción de los costes de producción
Una pregunta que me hacen mucho mis clientes cuando comenzamos a trabajar es si “¿es posible reducir mis costes, para poder ofrecer mis productos o servicios a un precio más competitivo?”, a lo que yo suelo responder que “eso es algo que está al alcance de, prácticamente, todas las empresas, independientemente de sus características”. Para ilustrar este ejemplo vamos a suponer que una pyme que se dedica a la recolección y venta de fruta desea reducir su coste de producción, básicamente los costes asociados a la cosecha y transporte de la fruta. Para este caso se seguiría el siguiente proceso:
- Definir el problema: Gastamos demasiado dinero y tiempo en llevar nuestra fruta hasta el consumidor final, lo que encarece nuestro producto.
- Medir: Se define el coste que para nuestra pyme tiene la cosecha y transporte de la fruta a los mercados (mermas, energías, salarios de nuestros trabajadores, combustibles, mantenimiento de vehículos, manipulación, etc…).
- Analizar: Se analiza cuáles de esos costes, en forma de actividades (ABC/ABM), están por encima de lo que realmente necesitamos; en este caso llegamos a la conclusión de que hay demasiadas mermas y manipulaciones y que hacemos demasiados transportes de fruta a los mercados sin grupar correctamente.
- Mejorar: Implementamos medidas para optimizar los tiempos de recolección y los métodos de conservación, manipulación y transporte (grupajes y retornos), de manera que podamos reducir las mermas y costes obteniendo un beneficio que permite mejorar notablemente el CASH-FLOW de la empresa.
- Controlar: Comprobamos que, una vez implementadas las soluciones propuestas, la fruta sigue llegando a tiempo y en óptimas condiciones de consumo para nuestros clientes al tiempo que se reducen nuestros costes operacionales en un 12%, con un ROI de 18 meses.
Mejora de la calidad del producto
Por último, vamos a imaginar que una cooperativa vinícola, muy común en mi región, Castilla La Mancha, quiere mejorar la calidad de uno de sus productos, en concreto el vino tinto reserva, pues está vendiendo mucho menos de lo esperado para un vino de esta calidad. Para ello, se puede seguir el siguiente proceso:
- Definir el problema: La calidad de nuestro vino tinto reserva no es la esperada, su producción requiere de un elevado coste y no conseguimos vender lo suficiente para que sea rentable. Además, las opiniones que recibimos sobre él están por debajo de lo demandado (la calidad esperada es inferior a la realizada)
- Medir: Contactamos con un enólogo especializado para que nos indique cuál es la calidad real (realizada) de nuestro vino tinto reserva.
- Analizar: Tras unas primeras catas, análisis de los procesos y coupages empleados en la elaboración se llega a la conclusión de que la calidad de nuestro vino tinto reserva está muy por debajo de lo esperado por nuestros clientes, detectando que las causas de esta falta de calidad radican en la baja potencialidad del vino para ser madurado, y no disponer de condiciones de conservación y de barricas adecuadas.
- Mejorar: Modificamos el coupage, las condiciones de conservación, el tiempo de maduración del vino y, además, utilizamos unas barricas de características más adecuadas que potencien el proceso de envejecimiento.
- Controlar: Se comprueba, mediante nueva cata del enólogo especializado, que el vino cumple con los estándares que deseamos alcanzar y lo lanzamos al mercado para ver si el comportamiento del consumidor es el que esperamos, consiguiendo elevar el precio de venta en un 25%, con un ROI de 2,5 años.
A la vista de todo lo anterior podemos concluir que la metodología Seis Sigma es una herramienta poderosa que puede ayudar a todo tipo de empresas, incluidas las pymes ubicadas en el ámbito rural, a mejorar la eficiencia y reducir los errores en los procesos de producción a través de la identificación los problemas y las oportunidades de mejora en dichos procesos.
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